La grandiosa villa es situada a norte del núcleo central del pueblo, en un lugar impropiamente llamado “il castello” (el castillo). Su edificación remonta a mitades de Setecientos, por deseo del marqués Antonio Giorgio Clerici, que justo en aquel período había reforzado sus privilegios en el feudo de Trecate. El marqués fue un personaje curioso: no sólo fue condecorado por María Teresa de Austria del título de embajador en la Santa Sede, sino mantuvo a sus gastos un regimiento de infatería en la granja en la orilla lombarda del río Ticino, en Castelletto di Cuggiono. El marqués derrochó rápidamente totas sus sustancias, tanto que a su muerte la hija vindió esta propiedad a los condes Annoni, que luego se emparentaron con los Cicogna Mozzoni. Algunos estudios opinan que la villa es obra del arquitecto Francesco Croce, proyectista muy conocido en aquella época en el Milanés. La villa resume las características propias de los edificios nobiliarios dieciochescos, que miraban no sólo a la funcionalidad sino también, y sobre todo, a la elegancia de las formas arquitectónicas y decorativas. Las dos alas rebajadas, de dos pisos, unidas al cuerpo central, de tres pisos, forman un edificio único. Los salones internos, ahora parcialmente restaurados y adhibidos a biblioteca municipal, presentan sólo algunos frescos y decoraciones en los cielorrasos lignarios, en las puertas y en los postigos de las ventanas, cual testimonio de las vestigias del pasado. De gran encanto el jardín a la inglesa, rico en esencias arbóreas, ahora parque público equipado. En fazada, un restaurado jardín a la italiana, delimitado por cuadros de boj y acercado por dos antiguos carpes. Importantes las dos monumentales cancelas de hierro forjado, superados por el monograma de los Cicogna.