A lo largo de la carretera que desde Novara lleva al lago de Orta, Ossola y a las fronteras alpinas, surge el pueblo de Caltignaga que, debido a su posición estratégica, ya desde la Alta Edad Media se convirtió en un lugar fortificado. Es aquí que justo en el centro del pueblo encontramos todavía las ruinas de un poderoso castillo, cuyo origen se hace remontar a las segundas mitades del siglo XV, muy probablemente después de la enfeudación de Caltignaga a los Caccia. En 1524 las trupas francesas incendiaron el castillo, de manera que este sufrió unas primeras trasformaciones para luego pasar a ser una residencia rural. El complejo general está formado por una planta cuadrada, el cuerpo central del edificio es de ladrillos a la vista –según la típica tradición de construcción de los castillos de campo- completado por un torreón central donde se abren la entrada principal y una poterna. Arriba del arco de la puerta de entrada se puede admirar un escudo de familia, del siglo XIX, que representa las bodas de un Caccia con una dama. El emblema tiene un fondo azul claro, con llamas de oro dispuestas en diagonal, la cabeza de color rojo y un cintillo de plata revoloteándo de plata con el lema “Fortitudinis Nostrae Caltiniagae”. Otras noticias atestiguan que el fuedo fue confirmado en 1588 a Giovanni Francesco Caccia; para pasar en 1724 a Antonio Brentani, rico mercante milanés con título de conde que durante muchos años adquirió bienes de tierras en el novarés para realizar un importante sistema de campos de correntía continua para incrementar la ganadería. En 1774 pasó por vía hereditaria a la noble familia turinesa Faà de Bruno, a la que sigue perteneciendo todavía hoy.