La antigua iglesia de Ognissanti (todos los Santos) surge en la esquina de callejón Ognissanti y calle Silvio Pellico, en el casco antiguo de la ciudad. Sus orígenes son remotas, ya es recordada en 1124, al tiempo de Litifredo, entre las Iglesias ciudadanas cuyo clero es exhonerado de ir a la catedral para las oraciones de la mañana durante las principales fiestas. Luego se cita en 1132 entre los bienes confirmados al obispo por Inocencio II. Se presenta de tres naves, de cuatro arcadas cada una, con ábside semicircular, dotada de un elegante cimborio octagonal iluminado por ventanas y ajimeces. En el interior son visibles algunos frescos, entre los cuales una Virgen de la Leche atribuida, por la crítica, a Giovanni de Campo, remontante a las mitades del siglo XV. Exteriormente la mampostería del edificio es de ladrillos dispuestos en líneas regulares, elegantes pequeños arcos colgantes que apoyan sobre pequeñas repisas variamente decoradas con terracota, decoran la parte abajo del canalón. Durante los años cincuenta, el antiguo edificio religioso sufrió una importante restauración estructural que modificó las adecuaciones realizadas en el siglo XVIII para reconducirlo al orginal aspecto románico.